miércoles, 27 de mayo de 2009

sobre el barcelona contra man chester

Las aficiones del Barcelona y del Manchester United empiezan a hacerse notar en los lugares más característicos de Roma, como el Coliseo, un día antes de que se dispute en la Ciudad Eterna la final de la Liga de Campeones de Europa (Miércoles, 20:45).
Los dos equipos ya están en la ciudad, pero el grueso de los aficionados llegarán entre la tarde de este martes y el mismo miércoles a los aeropuertos romanos de Fiumicino y de Ciampino.
Aunque todavía no se ven demasiados aficionados en las calles, las camisetas rojas y los torsos desnudos de los aficionados del Manchester son más numerosas que las camisetas azulgranas, en las calles de la capital de Italia.
Bajo un sol abrasador, la ciudad tiene el aspecto de que prepara una gran celebración, con grandes gradas en el paseo de los Foros Imperiales y un estadio de arena para el Campeonato de Fútbol Playa instalado en el Circo Máximo.
Las pocas personas con camisetas del Barcelona que paseaban entre el gentío esta tarde, en las cercanías del Coliseo, se preguntaban por qué había tan pocos representantes de la afición blaugrana en el centro de Roma. Cuatro aficionados mexicanos con camisetas del equipo catalán buscaban con la mirada otros aficionados de su equipo del alma, cerca de la urna donde exhibe la Copa que será entregada el miércoles al vencedor de la final de la Liga de Campeones.
Mezclados"Acabamos de ver llegar al equipo a Via Veneto (una de las zonas más lujosas de Roma), allí sí que había algunos barcelonistas, pero todavía no se ven muchos en el centro de la ciudad", aseguraba uno de ellos, después de viajar a la capital italiana desde México exclusivamente para ver la final.
El ambiente futbolístico estaba muy presente en el centro de Roma, con turistas e hinchas mezclados en las oficinas que las empresas patrocinadoras han colocado para la celebración de la final de la Liga de Campeones y para la promoción de sus productos.
Por contra, los alrededores del estadio Olímpico, lejos del centro, en el Foro Itálico levantado por Benito Mussolini, estaban vacíos. Sólo periodistas, y algún que otro aficionado esporádico en busca desesperada de entradas para ver la final, deambulaban por la tarde en los alrededores del Olímpico.

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